GUARDAPOLVOS / PINTORCITOS DE NIÑAS Y NIÑOS / AMBOS / CHAQUETAS / ROPA DE TRABAJO / JOGGINS/ REMERAS / CHALECOS / JEANS / BANDERAS / CAMISOLAS /GORRITOS / BUZOS / ROPA DE NIÑOS
Cooperativa textil "La Patria Grande" - Tres fábricas textiles, una en Mar del Plata, otra en La Plata y una de "corte" tambien en la ciudad de La Plata.

sábado, 25 de febrero de 2012

Los trabajadores en la larga decada de los 90

Las estrategias de los trabajadores durante la segunda ola de reformas estructurales: la larga década del ´90 (1989-2001)


En términos generales se llamó “larga década del ´90” a este período (1989-2001) ya que los gobiernos constitucionales de Menem y la Alianza continuaron en términos de política económica la profundización de la concentración del capital local, extranjero y acreedores externos, a costa de la continua expropiación y quebrantamiento de las clases trabajadores y sectores populares en general.
El proceso de hiperinflación, interpretado en términos económicos como un momento de puja entre fracciones de capital concentrado, constituyó un proceso de brutal impacto económico social, disciplinador no sólo de la clase trabajadora sino de amplios sectores de la sociedad, que preparó el terreno para la aplicación de las medidas fuertemente regresivas de distribución del ingreso y que no requirieron esta vez (a diferencia de período 1976-83) un plan sistemático de represión por parte del Estado. Revisaremos a grandes rasgos el grupo de reformas estructurales a partir de los lineamientos del llamado “Consenso de Washington” (principalmente apertura económica, privatizaciones de empresas públicas y medidas desregulatorias de ciertas actividades productivas) que profundizaron el camino de desindustrialización iniciado en la última dictadura militar.
El gobierno de Menem amplio las bases de su poder a partir de las alianzas estratégicas -no sólo a nivel económico- sino a nivel político con las cúpulas sindicales y militares. Sin embargo, este apoyo no fue absoluto, lo que quedó evidenciado no sólo por las sucesivas crisis y rupturas dentro de la CGT (una de las principales derivó en la formación del MTA), sino principalmente por la formación de la CTA en 1992, que además de oponerse a las políticas de gobierno, logró instalar la discusión sobre la necesaria representación de los trabajadores desocupados.
Este fue un período de continua profundización de la fragmentación de la clase trabajadora, no sólo por el aumento de la desocupación y la subocupación. Dentro del grupo de trabajadores ocupados se evidenciaron rupturas y fragmentaciones que tuvieron que ver con los procesos de reconversión productiva que implicaron nuevas formas de organización del trabajo tendientes a la racionalización y achicamiento de planteles permanentes de trabajadores, disminución de costos empresariales, y precarización de las modalidad de contratación y condiciones de trabajo.
Si bien en este contexto las puebladas, piquetes y movimientos de trabajadores desocupados constituyeron no sólo instancias de lucha ante determinadas políticas, sino también formas de organización y restablecimiento de lazos sociales, es necesario evaluar –desde una mirada de largo plazo- las consecuencias devastadoras de las transformaciones económicas desde la última dictadura militar para la clase trabajadora y sus formas de organización ante la relación fundamental de todo régimen capitalista: la relación capital-trabajo.



Para comprender la década del 90 debemos pensar en muchas cuestiones diferentes tales como: la relación con la dictadura, continuidades y especificidades, el efecto de la hiperinflación no sólo en la reconfiguración de los sectores dominantes, sino su efecto disciplinador sobre la sociedad, el papel de los partidos políticos y el papel de los sindicatos, los momentos de conflicto social y los intentos de plantear modelos alternativos… entre otras cosas.


Algunas frases que se vienen escuchando desde 1976 rebatidas en los hechos

Ø  Los salarios altos son los responsables de la desocupación”: pero los salarios viene cayendo desde la dictadura y aumentaron la desocupación y subocupación
Ø  Primero hay que crecer para después distribuir”. En dictadura se redistribuyo la riqueza? SI: el 10% más rico creció en participación, el 60 % disminuyó y el 30% más pobre disminuyó aún más
Ø  La restricción al desarrollo es la restricción al funcionamiento de mercado y a la iniciativa privada”. Eliminar las restricciones traerá desarrollo (más crecimiento del PBI, más inversión, mejor distribución, empleo, salarios, menos pobreza). Los resultados esperados no llegaron. La argentina se subdesarrollo.
Ø  Achicar el estado para agrandar la nación”: se agrandó la elite económica, se desreguló cediendo capacidad de regulación a los sectores dominantes.

La relación con la dictadura es clara: ya que los gobiernos constitucionales de C. S. Menem, profundizaron las políticas de corte neoliberal iniciadas en dictadura, que tuvieron como tendencia general de largo plazo la distribución del ingreso crecientemente regresiva, aunque pueden distinguirse dos formas diferentes y dominantes en las dos etapas:

·     En dictadura, esto se logró principalmente a partir de la caída del salario real, lograda a partir de la represión, y a partir de los noventa se logró principalmente a partir del aumento de la desocupación resultante de las reformas estructurales y la consolidación de la desindustrialización, debido a la fuerte incidencia de los sectores dominantes en el establecimiento de políticas estatales.

·     Democracia. El tránsito entre una y otra forma fue facilitado por el proceso hiperinflacionario, que generó un disciplinamiento social que permitió la consolidación del nuevo bloque de poder y el desarrollo de la valorización financiera. (Basualdo, E. 2002: 24-25). En la conformación de este bloque fue fundamental la formación de una comunidad de negocios entre sectores dominantes y sistema política en detrimento de los intereses públicos. La corrupción se tornó entonces en un factor orgánico del sistema de poder, ya que le otorgó cohesión. Otro factor importante fueron los elevados ingresos que percibieron los cuadros políticos e intelectuales.


Sobre la crisis hiperinflacionaria

Tiene sus orígenes en la situación relativamente desfavorable en que se encontraban los acreedores externos (con respecto a grupos económicos locales y extranjeros favorecidos en mayor medida por el proceso de valorización financiera – diferencias en las tasas de interés locales e internacionales y fuga de capitales). Ya a partir de 1985, el Plan Baker planteaba que la manera de pagar las deudas para los países latinoamericanos sería a partir de la venta de sus activos (empresas estatales en nuestro caso).
En 1988 con la suspensión de pagos por deuda externa esta situación se profundiza. Y a partir de la presidencia de Bush en EEUU, las exigencias abarcan el pago de la deuda y la reforma estructural.
En febrero de 1989, los acreedores inician la corrida bancaria que terminaría con la hiperinflación, que culminaría con la entrega anticipada de la presidencia por parte de R.R. Alfonsín a Menem.
Esta crisis implicó no sólo una disputa entre fracciones de capital, sino principalmente generó las bases (por medio del disciplinamiento social) para la modificación de los escollos que estaba teniendo el propio modelo de acumulación basado en la valorización financiera para su pleno desarrollo, que continuaba con la modificación de la relación entre capital y trabajo, a favor de los primeros. (Basualdo, E. , 2002: 52-58).



Primera gestión menemista

Primera presidencia de C. Saúl Menem

Si bien durante los dos primeros años de la gestión de Menem, aún se expresaba la puja entre capital concentrado local y acreedores externos, a partir del nombramiento en el ministerio de economía de representantes del grupos económicos locales, éstos tuvieron intentos de favorecer a los acreedores con medidas tales como anulación de subsidios y otras medidas fiscales, que tendieran a aumentar los ingresos para pagar las deudas. Además se promulgaron las leyes de emergencia económica y la ley de reforma del estado, donde preveían las privatizaciones. Sin embargo una nueva hiperinflación, que marcó el fracaso de los planes de estabilización implementados, dio paso a una serie de cambios gubernamentales, que finalmente culminó en 1991 con la asunción de D. Cavallo en el Ministerio de Economía y el anuncio del Plan de Convertibilidad. P.58

Además, la firma del Plan Brady en 1992, aseguró el pago de la deuda a los acreedores, a la vez que posibilitó un nuevo ciclo de endeudamiento externo público y privado. 
Otra medida importante fue la Reforma de la Corte Suprema, que con la ampliación de su número, le garantizó la suma del poder público al ejecutivo, a partir de obtener la mayoría de votos en la misma.

Más allá de los conflictos entre fracciones de capital, ambas coincidían en que la superación de la crisis requería consolidar la concentración del ingreso en las cúpulas, a costa del resto de los sectores sociales. Poco a poco, los conflictos dejan lugar a los acuerdos entre fracciones que encuentran beneficios mutuos en la reforma estructural del Estado principalmente a partir de las privatizaciones, que significarían la transferencia a su favor de los activos sociales acumulados por varias generaciones.

sobre las privatizaciones
Señas características
1.     Celeridad, facilitó la aprobación de marcos regulatorios precarios o inexistentes
2.     Mayor alcance en relación con otros países de Latinoamérica. Privatizamos hasta los espacios de apropiación de renta como el petróleo (no así por ej. Chile y México)
3.     Proporción muy alga de capitalización de bonos de la deuda externa y pocos oferentes, licitaciones con restricciones que favorecían a los grandes grupos económicos locales y extranjeros.



¿Pero como logran los sectores dominantes este avance?...

Según Eduardo Basualdo:

A partir de la desaparición de la autonomía del sistema político, incluidos los dos partidos principales, peronismo y radicalismo. Basualdo plantea que “los dos partidos centrales que conforma el sistema político se incorporan a la órbita de los sectores dominantes, descabezando, de esta manera, al resto de los sectores sociales, inhibiendo su reacción sin concesión alguna”. Este proceso es llamado por él transformismo argentino, en relación con el concepto desarrollado por Gramsci, para Italia, lo cual lo lleva a  diferenciar características específicas del caso argentino.

Los partidos pierden su identidad específica, su vinculación con los intereses de su base social y su pasado histórico y se diluye la militancia característica. Este descabezamiento se logra a partir de algunos mecanismos principales: nuevas relaciones contractuales: salarios vinculados al empleo estatal ayudan a la cohesión y nuevo funcionamiento vertical de los partidos políticos; contratos  que son los salarios más elevados a sus cuadros, “retornos” que son los sobornos recibidos por el sistema político de los sectores dominantes, es decir la corrupción que se convierte en una característica estructural y permanente del sistema de dominación.

De esta manera, explica Basualdo, el sistema político se desvincula de los intereses del resto de los sectores sociales, que no pueden enfrentar las situaciones de explotación y exclusión social, porque sus intelectuales orgánicos se integraron en los sectores dominantes, y al mismo tiempo, siguen siendo sus supuestas conducciones alternativas.

Finalmente… el Pacto de Olivos hacia el final del primer gobierno de Menem reafirma el compromiso bipartidario en este patrón de acumulación. Pone en marcha una reforma constitucional que le permite la reelección y reforma de la Corte Suprema.

Pero a mi entender la pregunta sigue latente: ¿cómo fue posible este proceso? ¿cómo fue posible tal descabezamiento?

Creo que a las explicaciones de qué paso con las clases dirigentes, ya sea de partidos políticos y/o grandes estructuras sindicales, deben ser complementadas con otras que profundicen en cómo fueron experimentados estos años por los trabajadores y sus familias. En este análisis las realidades estructurales tendrán expresiones específicas en los contextos singulares y alumbrarán las experiencias y aconteceres de esos sectores sociales que estaban siendo desfavorecidos.
Represión dictatorial, hiperinflación, intentos de golpe fallidos y la obediencia debida y punto final, y posterior indulto; y finalmente la percepción por diversos sectores de un cierto “bienestar” que se comenzó a vivir con la convertibilidad (Del 92 al 94 hay crecimiento económico y expansión del consumo interno), entre otros factores van a intervenir en el proceso en el que los “descabezamientos” no están acompañados del surgimiento de nuevas cabezas que puedan consolidar un movimiento que haga frente a las tendencias dominantes.


Fragmentación al interior del partido político gobernante


En este contexto, el partido de gobierno se desgaja con la formación del grupo de los ocho, y posteriormente el armado del Fredejuso (provincia) y Frente grande (capital une al frente del sur- Pino). En las elecciones de 1995 en una alianza con PAIS (Bordón), se constituye el Frepaso que superó el 20% de los votos. Esta nueva configuración política tendía  a cuestionar el sistema de dominación del momento y romper con el sistema bipartidista de poder.
Sin embargo, desde la opinión de Eduardo Basualdo se cometieron tres grandes errores estratégicos que junto a la consolidación alcanzada por el transformismo dieron por terminada la experiencia con la Alianza.



sobre los errores del Frepaso

1.    Pensar que la regresividad social y ec se debía a la hegemonía del sector financiero y el menemismo. Subestimación de cuestiones más estructurales, que se corresponden con una superestructura.
2.    Distanciamiento de los dirigentes respecto de su fuerza social en la creencia de que esto facilitaba los acuerdos con fracciones dominantes enfrentadas al sector financiero
3.    Consideraban la corrupción como fenómeno privativo del partido hegemónico y no como intrínseca al sistema de dominación (esto está relacionado con el primer error)


Fragmentación al interior de la CGT y conformación de la CTA


En esos años surge la CTA (1991-92), en el marco del rechazo de la burocracia sindical, como expresión de una tradición importante en el sindicalismo argentino, combativa y popular.
Agrupaba originalmente a los sectores de trabajadores estatales principalmente afectados por las privatizaciones del primer gobierno de Carlos Menem ( los principales fueron ATE, CTERA Y SUTEBA). Desde sus inicios se caracterizó por sostener un discurso ético–político que combinaba un llamado a resistir el modelo neoliberal, la autonomía de los partidos políticos y el Estado junto a la propuesta de constituir un modelo sindical alternativo al que encarnaba la CGT.
Varios autores plantean que un aspecto fundamental para el análisis del surgimiento de la CTA debe buscarse en la crisis y el surgimiento de nuevas identidades, a partir de filiaciones políticas e ideológicas previas. Para Svampa por ejemplo, una dimensión central a tener en cuenta es la crisis del modelo de sindicalismo previo que se había gestado bajo el peronismo, donde el trabajo industrial –con todas sus características de protección- tenía un lugar especial y el impacto del nuevo modelo neoliberal, que genera una fuerte crisis de identidad.

La importancia de la Central en sus años de surgimiento, fue que logró que surgieran nuevas formas de asociatividad en esa gran cantidad de trabajadores y familias en continuo proceso de fragmentación. De esta manera pudo vincularse con e integrar a diversos movimientos sociales, sean de trabajadores ocupados, desocupados o jubilados. Esta es una de las características principales de la CTA. Héctor Palomino sostiene que la CTA ha sido “un paraguas que alberga el desarrollo de diversas organizaciones, y como un ómnibus que recoge demandas y reivindicaciones de diverso tipo orientadas por una estrategia movimientista” (2005:23), generando nuevas formas de asociatividad en un contexto de fuerte fragmentación.

En el caso del CTA su vinculación con movimientos sociales emergentes, o de antigua data, ha planteado como un aspecto central del nuevo sindicalismo su carácter integrador hacia otras organizaciones sociales como así también hacia el conjunto de los trabajadores desocupados y sectores de la población con características de vulnerabilidad respecto al mercado de trabajo. Esto último ha sido destacado por Héctor Palomino quien sugiere que así como los movimientos sociales crearon condiciones para el desarrollo de nuevas formas de integración social presentes en sus nuevas formas de asociatividad, éste también sería un atributo central del CTA al constituir “un paraguas que alberga el desarrollo de diversas organizaciones, y como un ómnibus que recoge demandas y reivindicaciones de diverso tipo orientadas por una estrategia movimientista”.

Por otro lado, en el año 1993, en el marco del empeoramiento de las condiciones de vida de grandes cantidades de poblaciones afectadas por las políticas de gobierno, principalmente en localidades afectadas por privatizaciones y gran cantidad de despidos, surgieron movimientos de protesta, puebladas, que se recuerdan hoy como los primeros piquetes. En este contexto surgen la CCC (Corriente Clasista Combativa), relacionada con el Partido Comunista Revolucionario, cuyo principal dirigente en esos años fue el Perro Santillán, importante dirigente jujeño.

Estas y otras expresiones organizativas tales como los clubes de trueque, intentaban hacer frente a las desfavorables condiciones de vida, fragmentación de la clase junto a la desarticulación institucional en curso. Según Palomino, estas experiencias de organización tienen contenidos distintos de las formas anteriores y generan las condiciones de que surjan para fines de la década y principios del 2000, las condiciones de posibilidad de los movimientos de empresas recuperadas.


Segundo mandato de Menem

Tendencias económicas

El período de crecimiento económico se interrumpe en el tercer trimestre de 1994. A partir de 1995 se evidencia que las grandes firmas recuperan la independencia del ciclo económico nacional, es decir, las crisis las “paga” la sociedad y no las cúpulas (por eso recuperan la independencia)
Esto significo mayor concentración del ingreso y consiguiente empeoramiento de las ya malas condiciones de vida de los asalariados.
Esta regresividad en la distribución del ingreso es posible por la modificación en las condiciones de explotación de la clase trabajadora.
Las consecuencias de las políticas de la dictadura ya se vieron en la clase anterior (principalmente disminución drástica de la participación de los trabajadores en la distribución del ingreso que se expresó en una caída del salario real y expulsión de trabajadores del mercado laboral, además de la represión –desaparición, encarcelamiento y exilio de una gran cantidad de trabajadores que tenían algún compromiso militante en el ámbito sindical y/o político-; a partir de la década del 90 fueron en aumento los niveles de desocupación y subocupación y el empeoramiento de los trabajadores ocupados (precarización de las condiciones de trabajo, favorecida por la existencia de este mismo “ejercito industrial de reserva”). Todas estas fueron las tendencias de largo plazo de la desindustrialización del país.


sobre la configuración de los sectores dominantes a partir de mediados de década

Se verifica una oleada de transferencias de propiedad hacia los grupos extranjeros, lo que genera un aumento en la facturación de estos grandes grupos. Estas transferencias tuvieron su correlato en el aumento de los activos financieros en el exterior de los grupos locales



Últimos años del menemismo y gobierno de la Alianza

Ya en los últimos años del menemismo comenzaron a expresarse algunas contradicciones
1.                      La búsqueda de autonomía relativa del sistema político respecto del establishment económico, en su intento de avanzada sobre espacios ocupados por este último.
2.                      Nuevamente la contradicción se daba entre capitales locales y algunos extranjeros (europeos) y acreedores y capitales extranjeros (norteamericanos), ya que las políticas de gobierno habían favorecido en mayor medida a sus principales mentores, los grupos locales y algunos extranjeros (Macri, Techint). Es decir, estos grupos se conformaron como los que mayor capacidad de lobby tuvieron sobre el gobierno.

Esta segunda contradicción va a afectar notablemente los sucesos del gobierno de la alianza,  expresándose en los sucesivos cambios de ministros de economía (de Machinea, claramente ligado a los grupos locales, Lopez Murphy con una propuesta contraria y finalmente Cavallo, que nuevamente intentó conciliar ambos sectores).
Posteriormente, con la caída del gobierno de De la Rúa, con los episodios del 19 y 20 de diciembre del 2001, se va a expresar en las dos propuestas radicalmente diferentes a la salida de la convertibilidad.

Estas salidas eran:
La dolarización que beneficiaría claramente a los acreedores externos, sectores financieros (ya que no se acrecentarían sus deudas con una devaluación) y capitales norteamericanos (capitales radicados en el país que mantendrían los valores de sus activos en dólares).
La devaluación e instrumentación de subsidios estatales para producción local. Esta salida beneficiaría a grupos locales y algunos extranjeros (recordemos que los locales tenían cuantiosas sumas de dinero en el exterior a partir de la venta de sus activos a los ciertos sectores extranjeros y además habían profundizado su participación en actividades de salida exportadora como agroindustrias y producción agropecuaria)


Impactos sobre la clase trabajadora en esta “larga década”

Esta década va a tener un impacto importantísimo sobre la clase trabajadora, ya que los cambios introducidos (remarcamos nuevamente que están en una línea de continuidad desde la dictadura) implicaron el quiebre de varias cuestiones importantes en la organización política de la clase, en las formas de sindicalismo habituales y los modelos de relaciones laborales que, desde el primer peronismo en adelante se habían consolidado:
Por un lado, una fuerte normativa social impulsada por el estado, externa a las empresas y que afectaba a amplios sectores, que favorecían negociaciones centralizadas, con capacidades variables de influenciar la definición de políticas económicas del Estado. Esto a partir de dos niveles interconectados de organización, pero con relaciones variables (es decir, no se las puede definir a partir de relaciones de subordinación con estructuras sindicales mayores, al menos no en todos los casos):

Øa través  de grandes estructuras sindicales
Øy una importante organización de base en los lugares de trabajo a partir de la conformación de cuerpos de delegados y comisiones internas.

En el contexto de las transformaciones descriptas antes, del “retiro” del estado en materia de regulación, los procesos de reestructuración productiva e la innovación tecnológica  (que ya habían comenzado en muchos casos en la segunda mitad de la década del 80), tienden a desarticular el modelo de regulación laboral previa, favoreciendo diversas formas de flexibilización (en el mercado de trabajo en general, hacia el interior de los lugares de trabajo a partir de diversas modalidades salariales y de contratación), en el contexto de un aumento importantísimo de la desocupación y la subocupación.
La negociación  centralizada pierde validez ante la heterogeneidad de las situaciones laborales que el proceso de reconversión productiva y/o privatización genera en las empresas, y queda limitada su significación a nivel nacional.

Entonces, la fragmentación afecta tanto a los que continúan asalariados, por la gran cantidad de situaciones diversas y no reguladas por el estado que van a enfrentar en sus lugares de trabajo (esto es la precarización de las condiciones de contratación y salarios, de las condiciones de trabajo y, por ende, de las condiciones de salud); y, a su vez se profundiza una fragmentación a nivel general entre los asalariados y aquellos que quedaron desocupados o subocupados.

Esta situación novedosa atentó contra las posibilidades de organización, considerando que las condiciones habituales de organización política y sindical, se habían alterado. Algunos autores hablan de que “la reducción cuantitativa y cualitativa de la fuerza de trabajo debilita de por sí sus capacidades” (Gómez, 2000, citado en Novick). Es decir, se modificaron las condiciones de organización de la clase, tendiendo a anular la solidaridad al interior de la clase. Así, el conflicto capital-trabajo se traslada al interior de la clase trabajadora, morigerando las posibilidades de la construcción de una identidad común (Bilbao, 1999; Battistini y Dinerstein, 1995)



Los cambios en la legislación laboral y las relaciones laborales en los años 90 que acompañaron/generaron estas tendencias

Diagnóstico oficial respecto de la legislación laboral:

1.                  las regulaciones y controles institucionales generaron altos costos laborales y fuertes ineficiencias en el funcionamiento del mercado laboral
2.                  la incorporación de tecnología y modificación del proceso de trabajo afectó la cantidad de empleo requerida. Pero además se requirió mano de obra calificada que ante el déficit educacional no pudo ser cubierta
3.                  existe un defasaje entre las necesidades productivas y la legislación “rígida”. Entonces es necesario adecuar la legislación hacia la generación de “empleos flexibles.

En lo fundamental, las reformas debían brindar normas más flexibles de contratación laboral, menores costos impositivos e indirectos, descentralización de las negociaciones colectivas, privatización de los servicios de seguridad social, asistencia pública a la capacitación laboral.

Un aspecto fundamental de este proceso fue el crecimiento sostenido en la década de la decentralización de la negociación colectiva: de un 18, 6% de negociación por empresa en 1991 se llega a un 86 % en el año 1999. En cambio la negociación por Rama y actividad disminuyó de un 42 y 39% a un 2 y 11 % respectivamente (rama y actividad) (ver cuadro impreso)

La Ley Nacional de Empleo sancionada a fines de 1991. Punto de inflexión: introduce modalidades contractuales por tiempo determinado, aunque sólo podían habilitarse por Convenio Colectivo lo que requería el acuerdo de los sindicatos.

Las medidas más importantes se tomaron después de 1991 y fueron tendientes a: la reducción de las contribuciones patronales, la flexibilización de los contratos laborales y la introducción de capital privado en el ámbito de la seguridad social y la atención de la salud. Estas medidas fueron tomadas en sucesivos decretos durante toda la década. En algunos casos tuvo la oposición de la CGT, que amenazaba con paros y en otros momentos la CGT acordaba con el gobierno antes de la realización del paro (por ej. En el año 1994 en contra de la reducción de aportes, termina acordando).

En cambio, desde su surgimiento, la CTA -que en algunos momentos confluyó con el MTA (desde su surgimiento como corriente interna de la CGT en 1994)-, mantuvieron una oposición firme a las políticas de gobierno.

Las medidas de gobierno influyeron en dos niveles distintos, a nivel productivo y a nivel político (a partir de deslegitimar la intervención de los sindicatos, su debilitamiento con diversas medidas como reglamentación del derecho de huelga, descentralización de la negociación llevándola al ámbito de la empresa; la quita del manejo centralizado de las Obras Sociales a los sindicatos).

Según el diagnóstico oficial, este conjunto de acciones habría de generar una mayor inversión y, por lo tanto, un crecimiento sostenido y genuino del empleo.
NO FUE ASI, SINO AL CONTRARIO, aumentó la desocupación subocupación y el empleo precario, y en este contexto se debilitaron las posibilidades de negociación colectiva.

En el sector industrial específicamente se verificó un aumento del producto industrial, un descenso del empleo industrial, lo que está marcando un aumento de la productividad en el sector.
Los sectores de servicios fueron los que mayor empleo generaron, pero principalmente empleo precario (es decir sin ninguno de los siguientes beneficios: descuento por jubilación, aguinaldo, vacaciones, seguro de empleo, obra social e indemnización por despido)







Bibliografía usada

Aruguete, Eugenia y Basualdo, Victoria. “Argentina: de la dictadura militar a la crisis, 1976-2001. Una mirada desde la historia económica”. Material realizado para CePA-Gobierno de la ciudad de Buenos Aires. (no sé bien cómo citar)

Basualdo Eduardo. “Sistema político y modelo de acumulación en la Argentina”: Universidad Nacional de Quilmes, Buenos Aires, 2001.

Basualdo, Victoria. Los delegados y las comisiones internas en la historia argentina: una mirada de largo plaza, desde sus orígenes hasta la actualidad. Buenos Aires, Fundación Friedrich Ebert y la FETIA, 2009.

Azpiazu y Nochteff. “Subdesarrollo y hegemonía neoconservadora ¿veinte años no es nada?. En: Realidad Económica.  Nro. 129. Buenos Aires, 1995.

Novick, Marta (2001). “Nuevas reglas de juego en la Argentina, competitividad y actores sindicales”. En De la Garza Toledo, Enrique (Compilador).Los sindicatos frente a los procesos de transición política. Buenos Aires. Disponible en  Biblioteca Virtual CLACSO, 2001.

Palomino, Héctor.Los sindicatos y los movimientos sociales emergentes del colapso
neoliberal en Argentina”. En: De la Garza Toledo, Enrique (Compilador). Sindicatos y nuevos movimientos sociales en América Latina. Disponible en Biblioteca Virtual CLACSO, 2005.

Svampa, Maristella “Los avatares del sindicalismo argentino”. Publicado en Le Monde Diplomatique, año VII, número 91, bajo el título de “Profunda ruptura de las lealtades”. Disponible en www.maristellasvampa.net , 2007.

Andriotti Romanin, Enrique. “Neoliberalismo y lucha sindical (1989 - 1995). Creencias, Memoria y tradición en el Congreso de Trabajadores Argentinos”. En Revista Trabajo y Sociedad. Nº 11, vol. X, Santiago del Estero, Argentina, 2008.

Salvia, Tissera, Bustos, Sciarrotta, Persia, Herrera Gallo, Cillis y García Allegrone. “Reformas laborales y precarización del trabajo asalariado (Argentina 1990-2000)”. Disponible en: http://www.econ.uba.ar/www/institutos/economia/Ceped/publicaciones/cuadernosceped/